Hoy tacaba
conocer la ciudad, pero para eso
teníamos que llegar primero. Estábamos más o menos cerca, unos 4Km por ruta, y
cansados también. Sentíamos el peso de tantas caminatas a nuestra espalda y
después de la larguísima y empinada subida desde el camping a la ruta, que se
volvió eterna, decidimos hacer dedo.
Pero como sabe pasar
siempre en un viaje, las decisiones cambian. Una vez en la ruta, el paisaje
boscoso, las montañas y sus picos nevados, más el hermosísimo Lago Lacar de
fondo nos hicieron cambiar de decisión. De repente nos energizamos, y si
señores, es que estábamos poniendo fin al gran camino de lo sietes lagos y no
había que desaprovechar la oportunidad, a caminar de se ha dicho.
Se ve que la
energía no nos duro mucho, ya que a la tercera camioneta que paso le empezamos
hacer dedo. Igual no tuvimos suerte con el autostop, pero si con los paisajes.
Paramos en varios miradores que se encuentran a lo largo de la ruta, algunos
naturales, otros artificiales, para poder gozar de las bellas vistas.
Tras 2hs de pateo
llegamos a la coqueta San Martin de los Andes, y es que si, apenas uno pisa el
pueblo, se da cuenta de que la pequeña ciudad se quiere diferenciar del resto
con sus jardines muy bien arreglados sobre la costanera, sus farolas, sus
detalles en madera bien lustradas, o en sus edificaciones con algún detallito
especial. Algo me hace pensar que tiene muchas ganas de parecerse a una pequeña
comarca de los Alpes Europeos.
Lamentablemente
esto aires europeos se traducen a precios también, la mayoría de los negocios
quieren estrujarle la billetera al turista, pero por suerte algunos que no
viven del turismo, tienen precios muy razonables, como una de las panaderías de
la avenida San Martin, donde los precios de sus muy ricas galletas eran
bastante más baratos que en la costa, Bariloche, La Angostura, o mi propia
provincia.
Con el costal
lleno de galletas, seguimos la odisea de encontrar cervezas baratas. Tras
preguntar en unos 10 locales obtuvimos el precio que buscábamos. La cuestión es
así, mi hermano colecciona tapas de cerveza de todas partes del mundo y al
caminar por la ciudad, le encanto un pack de cervezas Antares, que además de
tener tapas nuevas, las botellas estaban muy monas, también con diseños
especiales. Asique una vez cumplido el capricho de coleccionista, seguimos
viaje al supermercado para comprar comida y terminar recostados en la playa del
lago sobre la costanera, tomando un merecido y relajante descansando, bien
acomodados con los aislantes y hasta con almohada. Pero… alguien siempre tiene
que molestar, esta vez fue el viento, mira que le hicimos frente… hasta que las
ráfagas se pusieron agresivas, no por su velocidad, sino por el arrastres de la
arena, y si, no nos quedo otra que levantar campamento.
Mirador
Bandurrias y La Islita
Sendero a la
Islita:
Distancia: 5 km
Duración: 1:30hs
Atractivos:
Mirador, Lago Lacar y Bosque.
Agua potable: NO,
si hay despensas donde comprar.
De vuelta en
movimiento nos enfilamos hacia el lugar donde pasaríamos la noche. Caminamos
por la calle Juez del Valle en dirección norte hasta cruzar el arroyo
Pocahullo, allí doblamos a la izquierda por la primer calle que nos llevaría al
inicio del sendero sobre calle pasaje Bandurria.
La senda comienza
pegada a la planta de tratamiento de efluentes cloacales, la misma, gana altura rápidamente permitiéndonos una hermosa vista de los digestores de
la planta y de sus canales de vertidos que finalizan en el Lago. Toda una buena
impresión para evitar bañarse en la zona, sobre todo en la playa de la
costanera.
En pocos minutos,
queda debajo nuestro el nuevo edificio de prefectura, pasamos una especie de
tranquera que nos indica que estamos ingresando a zona Mapuche y ya estamos
encaminados ascendiendo constantemente por el sendero polvoriento, que en 30
minutos bajo un bosque bastante sobrio nos dejara en el puesto de cobro de la
comunidad Curruhuinca. Todo este trayecto está indicado con flechas y chapas
amarillas. Tratar de tomar siempre los caminos de la derecha para no desviarse,
ya que hay varias sendas que bajan a la izquierda hacia la zona de
acantilado.
Una vez en el puesto
de control, se abona el ingreso a la comunidad: $5 caminantes, $15 bicicletas,
$30 la carpa (verano $2015). Del puesto salen dos caminos, uno a la izquierda
que se dirige al mirador Bandurrias y otro que continua recto en dirección a La
Islita. Como el desvió al mirador no era más de 10 minutos fuimos a conocerlo.
El mirador no es
más que un promontorio rocoso avanzado sobre el paisaje que nos permite en sus
dos puntos tener excelentes vistas, San Martin de los Andes, su valle, playa y
muelle al noreste, y al oeste, una hermosísima vista del Lago Lacar, el Cerro
Abanico, la zona de Quila Quila y las playas de Catrite.
Vista noreste Mirador Bandurrias SM de los Andes. |
Luego de esta
agradable visita, seguimos hacia nuestro destino final. Continuamos la senda
ancha polvorienta, que nos llevo a través de la comunidad, pasando por algunas
casitas y la Escuela Primaria N° 146. Aquí la misma se fusiona con el camino de
tierra proviniente de SM, pero al contrario de lo que uno pensaría, se pone más linda. Empieza a
parecer mayor vegetación y sombra, dada por los cipreses, robles, radales y
cohiues que engalanan el recorrido.
Este tramo se nos
hizo particularmente largo ya que pensábamos que en total eran 3 km y no 5km en
realidad. Se pasan algunas casas con despensa, una cancha de futbol y 1.5 km
más adelante de la misma, se llega finalmente a la zona de La Islita. El desvió
a la izquierda se encuentra señalizado sobre el camino, solo restan descender
200 metros para disfrutar del bello lugar.
Una vez allí,
observamos que el lugar presentaba algunas mesas con bancos, pero la
inclinación del terreno era muy elevada para dormir. Decidimos buscar un buen
lugar y encontramos un terreno bastante plano para armar la carpa, eso sí,
tuvimos que esperar que lo despejaran. Se hace evidente que el lugar es
frecuentado por una buena cantidad de personas al día que buscan pegarse un buen
chapuzón.
En fin, el camping
agreste no es lindo, son zonas de pastos amarillentos y tierra suelta, bajo la
sombra de grandes árboles. Pero lo mejor que tiene es el lago y la renombrada
Islita a 10 metros de nado; que con un buen atardecer, una buena temperatura y ese
agradable paisaje, la tarde se puede convertir en una tarde de esas…
inolvidable.
Al día siguiente tocaría
hacer dedo los tramos de San Martin - Junín de los Andes, y de allí a la ciudad
de Neuquén, para tomar el colectivo directo a San Juan. Vigilados bajo el gran imán del Volcán Lanin y su parque, nos despedimos de las montañas patagónicas con esta última vista excepcional.
No hay mejor explicación
de lo que fue este viaje y su final, que esta estrofa escrita por Raly Barrionuevo en
el tema, El sueño de los viajeros:
Las ganas de volver
Me hicieron partir otra vez
Y hoy saber que volver
No és más que partir otra vez.....