M P: Capitulo 32
Cerro Belvedere y Cajón Negro
Penúltimo día en Villa La Angostura y como
no podía ser de otra manera, para mantener la constante del viaje, partí de
caminata esta vez junto a Maryia hacia la recomendada visita de la Cascada
Inacayal y Cajón Negro. Una travesía bastante linda, de mediana exigencia
física, y demandante en cuanto a horas, unas 7 horas que sobran para pasear,
ver y disfrutar del sector.
Partiendo desde la YPF (estación de
combustibles ubicada Frente a la secretaria de turismo), por ruta 40 (ex ruta
231) en dirección al Lago Correntoso, se llega a la calle Cacique Antriao,
fácilmente identificable por un pequeño triangulo de pasto que sirve de
rotonda. Tomamos a la derecha y después de caminar 900 metros volvemos a doblar
a la derecha, se encuentra indicado por un pequeño cartel. Ir atentos, porque si
van charlando o distraídos, se pueden pasar de largo fácilmente, perdiendo
varios minutos. Por el, se llega a un pequeño estacionamiento desde donde parte
la senda.
Al tomar la senda, después de andar un rato,
el camino se divide: el de la izquierda hacia el Mirador del Belvedere y el de
la derecha a la cascada. Cabe aclarar que en todo el sector se encuentra la
señalización interpretativa. Nosotros decidimos tomar el de la izquierda hacia
el mirador, ya que de todas formas llega a la cascada haciendo una especie de
rodeo.
En este punto, empezamos a caminar entre el
bosque en franco ascenso hasta el mirador, al cual llegamos tras media hora de
caminata tranquila. Si bien se tiene vista hacia el lago y río Correntoso, junto
al Lago Nahuel Huapi de fondo, la visión se encuentra bastante acotada por la
vegetación, convirtiéndolo en un atractivo poco atractivo, si se permite el
juego de palabras.
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Mirador Belvedere. |
Un poco decepcionados por el mirador,
continuamos rápidamente en dirección a la cascada Inacayal. La senda sigue bajo
el bosque, el cual se empieza a poner cada vez más bello, convirtiéndose en un
atractivo en sí mismo. De repente, empezamos a escuchar el ruido del agua cada
vez más cerca, dejándose entrever a lo lejos a medida que avanzamos un par de veces la cascada, hasta perderla definitivamente de vista. La volvemos a reencontrar unos minutos despues ubicados sobre su parte superior, donde podemos apreciar de manera poco clara el salto
de unos 40m de alto generado por el arroyo Piedritas, cuya naciente se
encuentra valle adentro, en Cajón Negro.
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Arroyo Piedritas, parte superior de la cascada. |
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Cascada Inacayal. |
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Arroyo aguas abajo. |
Cruzando el arroyo, el camino sigue por el
bello bosque en dirección al cajón, donde después de un buen rato este se
vuelve a dividir, aquí tenemos la opción de continuar al cajón o doblar a la
izquierda en dirección al cerro Belvedere. Primero, decidimos subir el
Belvedere por recomendación de los chicos del hostel, luego, volver y seguir
hasta el cajón, así
que cruzamos de vuelta el arroyo y empezamos el ascenso al
cerro.
Pasamos tanto tiempo arriba que nos
congelamos por el viento, pero cada minuto valió la pena. Decidimos bajar y
almorzar bajo el bosque protegidos del frío viento que azoto esa mañana. Luego
de almorzar, seguimos viaje al cajón, pero el frío me quito un soldado, Mariya
decidió regresar al pueblo, y yo decidí seguir viaje bajo el bosque de Lengas cada
vez mas achaparrado hasta el cajón.
Si bien el camino es en constante ascenso,
la pendiente es muy baja y no demanda ningún esfuerzo especial. A medida que
avanzamos, el bosque cada vez menos denso empieza a dejar claros cada vez más
grandes dominados prácticamente por un alto manto de ceniza volcánica, poco
compacta y voladora, que cambio drásticamente el paisaje de alfombra verde que encontrábamos
los años anteriores. El culpable: el volcán Puyehue que entro en erupción en
2011.
Está claro que todo este fenómeno afecto el
potencial paisajístico del cajón Negro, pero no deja de ser hermoso llegar
hasta el final del valle, encontrarse rodeado por macizos rocosos de cresta
oscura, observar el río serpentear, y apreciar la naturaleza junto a él,
tratando de recuperarse de las adversidades que ella misma genera.
Con el pelo blanco, no por las canas que ya
tengo, sino por la cantidad de ceniza que se me acumulaban en la cabeza, culpa
de las ráfagas de viento, emprendí el regreso a Villa la Angostura. Se me
complico un poco el camino de regreso a la altura de la cascada, porque el
camino volvía a derivarse, pero esta vez sin indicación. Decidí tomar el de la
izquierda y finalmente fue el correcto, era el viejo camino de madesur, de una
antigua maderera que ya no existe, que sale al este de la Villa sobre el caserío
de la población estable, la senda más corta, por así decirlo.
Sin más que hacer, la tarde derivo en los
preparativos de partida y la compra de los suvenires. Eran casi todos
chocolates y algunos pocos dulces de frutas exóticas que se encuentran en el sector.
Si bien fueron pocos días en La Angostura, creo que los aproveche al máximo de
mis posibilidades, está claro que me quede con las ganas de seguir recorriendo.
Es sin dudas uno de esos lugares que siempre nos piden un poco más, siempre
falta algo por descubrir, otro lago, otro bosque… otro paisaje increíble, es
tarea imposible! No hay forma de irte sin ganas de volver. En fin, creo que cerré
un viaje espectacular, que nació como un deseo lejano, el cual de apoco, se transformo
de algo impensado a algo posible, continuo creciendo con una planificación y se
concreto en una realidad, en muchos aspectos superadora a lo imaginado. Con
esto quiero despedirme diciendo que: A veces los objetivos están más cerca de
lo que nosotros pensamos, es cuestión de enfocarse, indagar las posibilidades,
y sorprenderse con las mismas.
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